¿Qué es la presión arterial?
Probablemente hayas oído hablar de la presión arterial, y de cómo esta puede ser un signo o marcador del estado de salud. No obstante, cómo definir o entender a qué nos referimos cuando hablamos de presión arterial es algo más complejo. Como ya sabemos, la sangre esta compuesta esencialmente por plasma y células, circula por los vasos sanguíneos, esas “tuberías” que transportan el líquido a todos los órganos y tejidos. Hay diferentes tipos de vasos sanguíneos: las venas y las arterias. Las arterias transportan la sangre oxigenada, la cual es bombeada por el corazón para que llegue al resto de órganos y tejidos. Las venas se encargan de recoger de los órganos la sangre ya utilizada y retornarla de nuevo al sistema cardiorrespiratorio para que esta vuelva a ser oxigenada y redistribuida (1). Ahora que ya sabemos esto, definiremos la presión arterial cómo la fuerza que ejerce la sangre al empujar contra las paredes de las arterias. Como hemos dicho antes el corazón es el encargado de bombear la sangre, y cuando esto se produce la presión arterial es más alta. A esta presión arterial alta se le conoce por lo tanto como presión arterial sistólica, ya que es la que se relaciona directamente con la contracción de bombeo o sístole. En cambio cuando el corazón se relaja la presión arterial es baja, dando lugar a la presión arterial diastólica. Esta presión arterial baja, es la que podemos medir entre latidos, cuando el corazón se relaja y realiza lo que se conoce como diástole (2 y 3).
Valores normales de la PA.
Una vez aprendido que es la presión arterial y visto que siempre obtendremos dos valores, la presión alta y la baja, debemos saber qué valores se consideran normales. Por lo general el valor alto o sistólico normal es el inferior a 120 mm de Hg (milímetros de mercurio). Los valores normales de presión baja o diastólica son los inferiores a 80 mm de Hg. Estos valores podrían alterarse al aumentar la presión, lo cual en la mayoría de casos no produce síntomas y puede pasar desapercibido. No obstante, puede ser perjudicial para la salud mantener la presión alta en el tiempo, ya que el corazón bombea más fuerte y trabaja en exceso. La presión arterial alta (hipertensión) puede dañar el corazón, los vasos sanguíneos y los riñones. La presión arterial aumenta cuando los vasos sanguíneos se contraen (vasoconstricción), por el contrario suele bajar cuando estos se dilatan (vasodilatación). Que pase una cosa o otra depende de muchos factores tales como el estrés, la temperatura o algunas sustancias que consumimos (3).
¿Cómo puede el CBD afectar la presión arterial?
Como ya sabemos, el cannabidiol (CBD) es un fitocannabinoide sin efectos psicoactivos que ha sugerido cierta evidencia en la mejora de patologías como la diabetes, enfermedades inflamatorias o desórdenes neurodegenerativos. Ha demostrado ser muy seguro y bien tolerado a dosis altas en ensayos clínicos, algo que lo ha convertido en un aliado terapéutico. Por otro lado, se ha pensado en evaluar sus efectos a nivel vascular, ya que otros cannabinoides como el THC o la anandamida han mostrado efecto vasodilatador en modelos in vitro e in vivo. (4 y 5) Los estudios relacionados con sus posibles efectos vasculares se han centrado en un análogo sintético, el Abn-CBD o CBD anormal. Aunque no se conoce con exactitud la vía por la que actúa ha demostrado vasodilatación y efecto hipotensor en ratones. En este mismo estudio se descubrió que el CBD antagoniza el efecto vasodilatador de su análogo sintético, sugiriendo que compiten por los mismos receptores (5). En otros estudios centrados en el CBD se pudo ver que a concentraciones bajas no produce efecto alguno en los vasos sanguíneos. Cuando se utilizan dosis mayores si que se produjo vasodilatación, lo que nos da a entender que este efecto es dosis-dependiente. Además se ha podido ver que el receptor cannabinoide implicado en este efecto es el CB1, que provocaría la liberación de óxido nítrico. El óxido nítrico es una sustancia endógena que interviene directamente en el proceso de relajación de la musculatura lisa, lo que facilita la dilatación de los vasos sanguíneos. Además de esto, el CBD ha demostrado ser un agonista parcial del receptor PPAR?, esto quiere decir que se une débilmente a este receptor y produce ciertos efectos. Estos efectos incluyen el aumento de la actividad de una enzima llamada superóxido dismutasa, la cual además de ser un potente antioxidante, también facilita la vasodilatación. Debido a toda esta actividad farmacológica explicada el CBD podría disminuir la presión arterial (5).
¿Cuáles son los efectos cardiovasculares del CBD?
Después de ver esta evidencia, no sería raro pensar en que estos efectos podrían jugar un papel clave en otras patologías cardiovasculares. Se ha visto que el CBD podría tener efectos cardioprotectores, los cuales incluyen el daño asociado a la isquemia cardíaca, además de en hígado y cerebro. La isquemia es la reducción del flujo de sangre en los tejidos afectados, lo cual provoca una disminución en la cantidad de oxígeno y nutrientes en el tejido afectado. Cuando la isquemia ocurre en las arterias que irrigan el cerebro se podría producir un ictus o infarto cerebral, y si esto ocurre en las arterias coronarias se podría producir un infarto en el corazón (miocardio). No obstante, estos efectos cardioprotectores se deben a un mecanismo de acción distinto al antes explicado. El CBD ha demostrado ser un gran inmunomodulador, lo cual significa que orquesta el sistema inmunitario para que este no produzca una reacción inflamatoria exagerada y agrave el infarto. El mecanismo de acción directo implicado en esto sería la disminución del estrés oxidativo, la concentración de la interleucina (IL)-6 y del factor de necrosis tumoral entre otros. Estos últimos dos son mediadores de la inflamación que aumentan y acentúan la respuesta inmunitaria. Además de estos efectos ha mostrado mejorar la arritmia, al disminuir los latidos irregulares del corazón (5 y 6).
Otras evidencias científicas sugieren que el CBD podría tener un papel protector de la aterosclerosis en diabéticos. La aterosclerosis se produce cuando los vasos sanguíneos que se engrosan y endurecen, a veces, restringen el flujo sanguíneo a los órganos y a los tejidos. Las arterias sanas son flexibles y elásticas, pero con el tiempo, las paredes de las arterias se pueden endurecer, una enfermedad que comúnmente se denomina endurecimiento arterial. En un entorno en el que la glucosa en sangre se ve elevada, se promueve la disfunción en el endotelio.
El endotelio se puede definir como una monocapa que separa los tejidos de la sangre. La principal función del endotelio es regular el flujo y la perfusión de sangre a través de cambios en el diámetro y en el tono vascular. La disfunción endotelial comprende una pérdida del balance entre los factores vasodilatadores y vasoconstrictores derivados del endotelio, donde el estado vasoconstrictor llega a ser dominante, llevando a cambios patofisiológicos progresivos. Todos estos cambios podrían llevar a la formación de ateroesclerosis, especialmente en diabéticos. El CBD ha demostrado mejorar la disfunción endotelial en diabetes al disminuir ciertas moléculas de adhesión (ICAM-1 y VCAM-1), la alteración de la barrera cutánea y del superóxido mitocondrial (5, 6 y 7).
Bibliografía
https://www.msdmanuals.com/es-es/hogar/trastornos-del-coraz%C3%B3n-y-los-vasos-sangu%C3%ADneos/biolog%C3%ADa-del-coraz%C3%B3n-y-de-los-vasos-sangu%C3%ADneos/biolog%C3%ADa-de-los-vasos-sangu%C3%ADneos
https://medlineplus.gov/spanish/highbloodpressure.html
https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/high-blood-pressure/expert-answers/pulse-pressure/faq-20058189
Pertwee RG. Pharmacological actions of cannabinoids. Cannabinoids 2005. p. 1– 51.
Stanley, C.P., Hind, W.H. and O’Sullivan, S.E. (2013), Is the cardiovascular system a therapeutic target for cannabidiol?. British Journal of Clinical Pharmacology, 75: 313-322.
Moreno Pedro R., Portillo Juan H. del. (2016) Isquemia miocárdica: conceptos básicos, diagnóstico e implicaciones clínicas. Segunda parte. Rev. Colomb. Cardiol. 23( 6 ): 500-507.
Carvajal Carvajal, Carlos. (2017). El endotelio: estructura, función y disfunción endotelial. Medicina Legal de Costa Rica, 34(2), 90-100.
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